El sabor maestro y artesano del queso de cabra Monte Robledo, salpicado por pequeños trocitos de exquisita Trufa Negra de Teruel, ¿lo has probado?
Belleza de interior
Los ojos nos engañan. Ver no es lo mismo que mirar y mirar no significa observar. He conocido en uno y otro extremo a «ciegos» con la vista sana y personas de «vista clara» sin el don de la visión. Sí, ya sé que no es más que un juego de palabras, pero me servirá para sostener mis ideas.
La inmensidad del mundo iluminado por la luz del Sol no es más que una minúscula parte de la realidad. Dicho así, juzgar personas y cosas sólo por esta fina capa es necedad imperdonable. Donde no llega la claridad del día, debajo de las primeras células y átomos, está el cuerpo y la materia entera llena de una verdad certera y vibrante.
A veces, tras una breve presentación y algunas palabras intercambiadas es más que suficiente para apagar o avivar la luz de nuestro interlocutor. La belleza es un puzzle de caras desiguales que hay que saber girar y confrontar.
España, por ejemplo, se presenta con su litoral y costas. De nada le serviría al cuchillo su filo sin el cuerpo de la hoja y su mango para empuñarlo. La fina arena de la orilla se apoya en toda la playa, está en las primeras rocas y tierras que a su vez descansan en bajas colinas y montes después. Sierras y cordilleras, entre valles y llanuras, terminan la escalada para volver a descender siguiendo el camino hasta la orilla antípoda.
Windroseblog son unas páginas de artesanías y sabores. Es necesario casi siempre una introducción prestada de otras materias y ciencias para acertar con ideas y pensamientos.
Nuestro mundo gourmet delicioso y variopinto, encuentra una analogía similar en muchos alimentos. La piel del los embutidos, las cortezas y cáscaras de frutas; ¡hasta la misma grasa de un jamón oculta su rojo manjar!
Los turofilos sabemos mucho de esto. Nuestra pasión quesera nos ha enseñado a no juzgar nunca sólo por el exterior. Al igual que la cultura y el lujo andalusí, en el que es necesario traspasar sus puertas para admirarlo, todos los quesos guardan, celosos o tímidos, sus verdaderas cualidades, llegando al extremo necesario en muchas ocasiones, de tener que separar la corteza e incluso desecharla.
En síntesis, la esencia de nuestro país, de sus personas y de los manjares que atesora la gastronomía, se encuentra en un interior sorprendente, delicioso y mágico.
Queso con trufa – Desde Teruel hasta Aracena
Monte Robledo es mi queso de cabra de referencia. Quizás porque viva a pocos kilómetros de la quesería, cerca de su finca y sus rebaños; quizás porque conozco a María Jesús y su familia de toda la vida; o quizás porque sus deliciosas piezas naturales nunca han faltado en mi despensa.
No hace mucho empecé a oír de su nueva producción. Alguien me comentó que había probado sus nuevos quesos y quedé muy sorprendido por el uso del adjetivo. – ¿Nuevos? – pregunté. Sí, fue la respuesta. Al queso curado de siempre, desde hace unos meses le ha incorporado en la pasta trufas de Teruel como deliciosa y sibarita variedad.
Por supuesto no tardé en acercarme a por uno a su abacería en la esquina del paseo. Como de costumbre, tras charlar unos minutos, salí para casa deseoso de probarlo.
Hablar de grandes experiencias gourmets es algo casi habitual en este blog. La novedad, en este caso, es tenerla tan cerca. Al sabor maestro y artesano del mejor queso de cabra que he conocido, lo salpican ahora pequeños trocitos de exquisita trufa negra de Teruel, aportando en la justa proporción toda la potencia y elegancia de su sabor. Mezclado entre sus pequeños ojos, la trufa derrama un toque exótico y distinto que verdaderamente hay que probar.
A penas un poco de pan blanco es necesario para una cata de altura. Mi cena de aquella tarde no fue otra ni más que mi queso, mi pan y una o dos copas de Vino del Condado. Me sobraron ollas y sartenes y fuegos y todas las artes de cocinar. El sumun gastronómico no tiene por qué necesitar más.
Reinventar o redescubrir
Estas dos palabras tan de moda, las escucho y leo a menudo en revistas y publicaciones del sector. Personalmente estoy más con la segunda. Han sido años tumultuosos de auténticas invasiones publicitarias y modas importadas. ¡Claro que hay lugar y tiempo para pizzas, cuscús y burritos! Nunca me han gustado ni los extremos ni las opiniones absolutistas.
Hay un camino de en medio entre la cocina simplona y sosa, y las excentricidades del vanguardismo. En una pintura mural, la tradición debe de ser la mano y la pintura en spray la rompedora actualidad.
Los sabores de siempre lo son porque han sabido perdurar en el tiempo. Un queso de Aracena y unas trufas de Teruel, son dos manjares unidos e intrínsecos a nuestra cultura. Un delicioso interior por descubrir y probar.
Una rebanada de buen pan, un chorrito de AOVE, este maravilloso Queso Monte Robledo, orégano y 20 minutos al horno… ¿es reinventar o redescubrir? – Si te apetece puedes dejar tu elección en los comentarios.
¡Salud!
Nota: Desde Windroseblog agradecemos a Jorge Garrido de ©Sierra.photo.blog, las fotografías de este artículo.
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