Me gusta escribir sobre la primavera. De las colmenas cercanas a naranjos y limoneros, se extrae la miel de azahar, de sabor natural y suave.
De flor en flor – Miel de Azahar
La primavera ya ha explotado en toda su magnificencia. Desde donde vivo y escribo, son muchos los ángulos que despiertan las ganas de luz y actividades al aire libre. Finalmente, con el cambio de hora, las tardes se han vuelto largas y apacibles. Es una invitación a disfrutarlas de mil maneras.
La playa, por ejemplo, no queda demasiado lejos. A poco más de una hora, la tentación de un baño de Sol y descanso sobre la arena es algo a tener muy en cuenta. Salir a andar, correr o en bici es todo un clásico por estos parajes. El simple hecho de librarnos de las pesadas capas de abrigo, ya parece traer fuerzas y espíritu renovado. Trabajar con la ventana abierta es un placer que no suele durar demasiado tan al sur.
Uno de mis destinos favoritos durante las próximas semanas es Sevilla. Más allá de la Semana Santa, la Feria o todo el ambiente rociero que se pueda esperar hasta mayo, quedan sus calles y plazas. Pasear sin prisas, con los ojos de un turista más, es una experiencia que me gusta repetir todo los años. Las orillas del Guadalquivir, el centro, el Alcázar, algunos barrios como Triana y Santa Cruz, son lugares donde soñar con otros tiempos, disfrutar de la historia y dejarse enriquecer por embriagadoras experiencias.
El espectáculo de los naranjos en flor, desde hace muchos años, ya no es solo cosa del levante. En el caso de que las calles y jardines de la capital andaluza nos sepan a poco, muchos pueblos de su provincia, además de Córdoba y Huelva, cultivan a miles sus preciosos frutales. Los aires, saturados con el perfume de azahar, invitan con evocadores olores llenos de la esencia pura.
La cosecha natural de las abejas es un manjar con el que rendir homenaje al sabor y a la vida. Su trabajo, de flor en flor, me suena a un paralelismo de significados muy emotivos. Lo mejor de estas semanas queda en un tarro con un valor natural insospechado.
Preciosas fotografías naturales de ©Jorge Garrido
Miel de Azahar
Me gusta escribir sobre la miel. La apicultura a través de los tiempos narra historias dulces entre el hombre y la naturaleza de los recursos. El delicado equilibrio es el alfa de la misma vida con la polinización de donde nacerán los frutos de cada planta.
De las colmenas cercanas a naranjos, limoneros, pomelos y otros cítricos, se extrae esta monovarietal con la esencia predominante de la flor de azahar. Su tono de color suele ser de los más claros, evolucionando hacia el blanco amarillento según va cristalizando. Su sabor es más suave que el de otras variedades, con cierto gusto ácido que se acentúa con el néctar de naranjos amargos.
De las propiedades comunes y reconocidas a todas las mieles, esta variedad presenta algunas connotaciones propias más desarrolladas como relajante natural, ayudando a la conciliación del sueño y mitigando los efectos del estrés.
En la gran despensa de nuestra península ibérica, la variedad de zonas y cultivos, producen mieles tan sugerentes como la de castaño, romero, tomillo, brezo, tilo, eucalipto, encina, cantueso, de bosque… Sus diferencias abren las puertas a un mundo de maridajes tan amplio y sugerente como el de los vinos.
De tarde en tarde, me gusta acercarme hasta la pequeña fábrica que hay cerca de mi casa. Algunas combinaciones como la miel con frutos secos, el polen, la meloja, la jalea real y pan de abeja, son placeres gourmets que procuro que no falten en mi despensa. Mi amigo Manuel, de Miel Sierra de Aracena, me aconseja sobre cual usar para cada ocasión.
El placer sibarita de hoy – Miel de azahar
Entre los muchos platos y sabores que podemos mejorar o ensalzar con un poco de miel, el mundo de los quesos es uno de los más sugerentes. Las texturas de unos y otros se van enriqueciendo a poco que acertemos con una pequeña cucharada de este néctar.
Para los más fuertes en sabor, intensos y curados, las monovarietales como la de azahar, vienen de cuento. En contraposición, las oscuras y mucho más potentes son la mejor elección para combinarlas con quesos frescos, jóvenes y suaves. Por supuesto, esta amplia ventana queda siempre abierta al gusto que cada uno encuentre de mayor placer.
Algo de fruta de temporada, una rebanada de pan o el placer sobre una cuajada casera, son clásicos que perduran por su verdad universal. Retomar la hora del vermut con singulares combinaciones, parece volver a las terrazas con los aires nuevos de una costumbre que quiere renovarse con los tiempos.
Estos días de vacaciones para muchos, pueden ser el mejor momento para reemprender algunos hábitos perdidos hace décadas. En cualquier caso, buenos días y feliz semana.
¡Salud!
Nota: Desde Windroseblog agradecemos a Jorge Garrido de ©Sierra.photo.blog, las fotografías de este artículo.
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