Turófilo - Turofília

Turófilo y turofilia – La gran pasión de los más queseros

Un queso representa un pueblo como una bandera una nación. Turófilo y turofilia definen a la perfección la pasión de un gran quesero.

Patchword de ideas

A modo de síntesis, hacía tiempo que quería reunir, en un solo post, algunas frases e ideas que sobre este riquísimo mundo de los quesos, he ido dejando por el blog. Un trabajo de patchwork, para los que no conozcan el término, es un obra principal realizada con trozos pequeños de otras, por ejemplo, en el mundo de la costura, se elaboran composiciones de patchwork usando pequeños trozos de tela que al unirlos, combinando sus colores y formas, crean verdaderas piezas de museo.

Turófilo y turofilia

Hace no mucho que descubrí esta palabra y aún no siendo sencilla de recordar, se ha grabado a fuego en algún lugar de mi memoria.

Del griego tyros ‘queso’ y philía ‘amistad’.

Amor por el queso

Hasta donde he podido investigar, el término no está recogido por el Diccionario de La Real Academia Española, donde sí aparece «quesero» que entre sus varias acepciones viene a señalar el mismo gusto por estos lácteos. – ¿Seguro?

Todo gremio que se precie, toda rama de profesionales que se enorgullezca de serlo y se valore a sí misma, debe poseer su propio argot, técnico y no siempre fácil de entender para extraños y neófitos. Por ejemplo: badilejo, alcotana, zapapico, piocha o almadana; son nombres usados a diario por albañiles y profesionales de la construcción. Sin embargo, casi todos lo demás, en los que por supuesto me incluyo, pasaríamos un mal rato al tener que extender la mano para señalar una de estas herramientas al ser nombrada.

Justo en esta línea de pensamiento, es donde se diferencia un quesero de un Turófilo.

Algunos quesos españoles
Algunos quesos españoles

Quesero o turófilo

Quesero puede ser cualquiera justo en el momento en que le presenten una tapa de Queso manchego o una bonita tabla de quesos variados. Hasta ahí es fácil. La historia comienza siempre a complicarse cuando incluimos los de cabra, los viejos y los azules. ¡Je, je!

A partir de este punto ya no hay tantos «queseros». Unos pasos más, comienza el coleccionismo de sabores, de países, de tortas para untar, fondues… y viajes cuya meta es el fabuloso deseo de probar variedades autóctonas, imposibles de encontrar en tiendas convencionales. Ahora ya sí que podemos hablar de Turofilia y turófilos.

Pasión es siempre una palabra que conlleva compromiso. La pasión por el queso, es no poder pasar por un lugar sin probar el queso de esa tierra. Pasión es planificar un viaje de alrededor de 2.000 km entre ida y vuelta para viajar desde mi pueblo hasta la Asturias de los mil quesos.

¿Queso? Sí, por favor. De cualquier tipo y en cualquier momento.

Como no me cansaré nunca de repetir, el queso es en sí mismo un gran regalo del cielo. Me confieso ser todo un coleccionista de sabores de quesos, probando todo aquel que se me pone por delante.

¿Cómo si no, íbamos a poder conservar todo lo bueno que hay en la leche durante tanto tiempo?

Hace ya un buen puñado de milenios que este pequeño milagro fue revelado a la humanidad, y, desde entonces, miles de tradiciones crean por todo el mundo sus propias recetas y con un sinfín de texturas, formas y mezclas.

Sólo en España, contamos con unas 26 variedades que alcanzan el nivel de distinción que aporta tener Denominación de Origen propia. Además un vasto ejército de pequeños productores locales forman un mosaico de sabor que va desde los frescos hasta los viejos; de cabra, oveja y vaca; puros o mezclas; y mil más aderezados con hierbas aromáticas, especias, vinos y otras suculentas combinaciones.

Mapa de los quesos y mantequillas españoles con Denominación de Origen
Mapa de los quesos y mantequillas españoles con Denominación de Origen

Para ver la colección completa de mapas de Denominaciones de Origen españolas sigue este enlace.

¡Que-sería de mí sin ti! 

Confesarme ratón me hace sentir vivo y un poco niño, deseando pasar un buen rato «royendo» con mi pequeño cuchillo, una cuña encontrada en la nevera.

En el mundo de los quesos generalmente no existen medias tintas: o los amas o no puedes ni olerlos. Como no podría ser de otra forma, me considero un «ratón» de primera categoría. En lo que a quesos se refiere y siguiendo una buena y antigua costumbre, suelo terminar mis comidas con un pequeño trozo de algunos que procuro que nunca me falten en la despensa.

En todo caso, me encanta entrar en esas tiendas especializadas que solo venden quesos. Siempre que puedo, compro pequeñas porciones y pruebo cada nueva variedad que encuentro. Disfruto con cada nuevo descubrimiento, desde los más pequeños, que son poco más grandes que una moneda, hasta esas «ruedas de molino» que necesitan un auténtico maestro para partirlos y cortarlos.

Sobre las formas y colores de cada variedad bien se podrían escribir varios libros. Todos los colores están ahí en un delicioso arcoíris tras el cristal de la vitrina. Las formas son otro capítulo aparte. El tradicional modelo de rueda o disco, es solo la punta de lanza de toda una larga lista de posibilidades. Barras, lingotes, cuadrados o en pirámide, tetillas… son solo algunos de los primeros que se me pasan por la cabeza.

Quesos en variedad de formas, tamaños y colores
Quesos en variedad de formas, tamaños y colores

Turófilo y turofilia – Quesos, viajes y recuerdos

Recuerdo un viaje por Galicia en el que compré varios D.O.P. San Simón da Costa, entre ellos el ahumado. El olor en el coche era exquisito. No sé cómo pude aguantar hasta casa sin «devorarlos». Otra vez, con más calor y por tierras de la meseta, tenía que pedir en cada parada que me los guardasen en el frigorífico. Esa vez aprendí la lección y desde entonces, siempre que salgo para varios días, llevo en el maletero una pequeña nevera eléctrica que se conecta al coche.

En más de una ocasión, con quesos pequeños y porciones, ¡no les ha dado tiempo de llegar a casa! Recuerdo una vez en la que paré a dormir en un pequeño hotel de pueblo. Por distracción, comencé a charlar con algunos otros huéspedes que se encontraban en la cafetería en un grupo improvisado de cuatro o cinco perfectos desconocidos. Entre ellos, uno resultó ser un representante de vinos y otro de una conservera gallega. No recuerdo de quien fue la idea, pero sí que recuerdo bien lo que pasó después:

El hotel no tenía restaurante y el dueño lejos de despreciar la idea, por el contrario, le encantó y por supuesto se sumó a la improvisada cena. Mis quesos y un salchichón de caza que había comprado en una venta, varias latas de conservas y no recuerdo cuantas botellas de vinos, hicieron de una tarde-noche cualquiera, una fiesta de camaradería, risas y muchas anécdotas exageradas hasta altas horas de la madrugada. Nada mejor que lo espontáneo para disfrutar del sentido prístino de la vida.

Por supuesto también me gusta cruzar nuestra frontera española. Viajar en coche me permite la gran libertad de ir modificando el viaje sobre la marcha y poder parar donde quiera.

Turófilo y turofilia por Holanda

Hacia el norte, bien podría hablar de todo lo que encontré por Francia y sus provincias. Daría para libros, guías y enciclopedias. Pero lo que más impacto me causó, queda unos cuantos de kilómetros aún más al norte.

El viaje tenía como destino Holanda y los pueblos de Gouda y Maasdam en las cercanías de Róterdam (solo escribir esos nombres y ya me parece estar oliendo a queso). Recuerdo perfectamente la impresión de aquella primera vista, ¡parecían tiendas de neumáticos!

Ordenados en las estanterías y apilados por cada rincón con variedad de colores y tamaños realmente sorprendentes, fue todo un impacto para mis sentidos. ¡Qué impresión! Por suerte este tipo de locales suelen tener algunas mesas y vinos listos para tomar. Probé varios tan suculentos y desconocidos para mí, que fueron como auténticas revelaciones. Me recomendaron granjas y fábricas que se podían visitar y una larga lista de recetas e ideas más, por supuesto siempre gracias a la magia del inglés que es casi universal.

Tienda de quesos en Holanda
Tienda de quesos en Holanda

Otros días y en otros post hablaré sobre cómo me fue por Italia, entre Gorgonzola y Parma.

Ya para terminar, solo una frase más de un gran escritor norteamericano:

«El queso es el salto de la leche hacia la inmortalidad«

Clifton Fadiman

¡Salud!

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