¡Tan fácil, tan cercano y tan nuestro! El pulpo de Galicia nace de la potencia del atlántico con su temperatura, sus corrientes y sus golpes de vida y espuma.
Galicia al natural
Buscar el lugar es tarea de sabios, monjes y espíritus. Cuando el deambular de pasos, caminos y valles toca a su fin, siempre termina en Galicia. Es la tierra del fin del mundo. Plus Ultra está el océano con su vasta y desconocida inmensidad. Durante muchos siglos fue así y aún queda mucho de verdad. En estas costas termina el andar milenario. Los ojos deben conformarse con la línea de estrellas guías que siguen más allá. Sólo el cielo y el mar, con sus azules lazos penetran en el secreto.
Galicia es mágica al igual que los mares son salados y los lechos fértiles. Donde acaban los senderos sumergidos en las rías, y se detiene la marcha imposible de avanzar; ahí terminan los mapas y el dibujo de la vereda dejada por el peregrino. Ahí es Galicia.
En esas orillas se han depositado las miradas que buscaban la Respuesta. Han parado a descansar hasta fundirse con el paisaje cientos de miles de los que han seguido la señal. Hasta los espíritus, intentando dejar este mundo, han sucumbido y han terminado su vaporoso viaje en estas calas y bosques. Es tierra de vivos y muertos coexistiendo en paz.
La dualidad de Dios y el Hombre se equilibra en sus conocimientos y obras. Solo Él sabe y conoce el cuándo, mas yo sí sé el dónde.
«El que hasta aquí ha llegado, ha llegado de veras a alguna parte.»
Pulpo de Galicia
Con la marea llegando a las rodillas, es humano parar. Aunque la mente ya pueda volar y continuar su viaje saltando de lucero en lucero, los pies mojados lastran a un alma que aún no debe partir. La dualidad aún debe seguir siendo alimentada.
Entre el salado fluido y los campos verdes, las orillas también confunden sus reinos con el ir y venir de cada ola. En esta franja de unión y confusión, sin ser pez ni animal de la tierra, otra maravilla confunde manos, patas y dedos, no sé si intentando entrar en lo seco y aprendiendo a vivir en lo profundo.
El pulpo es Galicia como Galicia es al misterio. La espiral de vida, las espirales celtas y la de sus tentáculos en sus armoniosas proporciones confunden mi razonamiento cuando miro hacia el emblema de este Blog. No será casualidad.
Pulpo a feira
La costa galega es marisco de primera calidad. No es casualidad ni costumbre, es lo que es. La potencia del atlántico con su temperatura, sus corrientes y su riqueza; golpea los rocosos acantilados dando en cada golpe su soplo de vida y espuma.
Un Grande de la gastronomía española y bandera de la gallega. No da lugar a medias tintas. Galicia se agarra a las rocas, las rocas a las rías, las rías a la mar, el mar a cada pulpo y el pulpo a la gallega. Es un fractal infinito y matemático de proporciones áureas. Decir pulpo es decir Galicia y al revés.
El espectáculo de los viejos calderos de cobre, las pulpeiras y el olor a sal inundándolo todo, hace fácil a la imaginación confundir verdad y leyendas, ritos y oficios. Haberlas haylas.
Del caldero a las estrellas
Desde la sencilla receta tradicional a la gallega o a feira, hasta las combinaciones de los chef más estrellados*, el pulpo en la carta de cualquier local no pasa desapercibido. Es español, delicioso y con un punto peculiar en cada cocina. Cada vez más frecuente a la brasa, la espectacularidad de sus formas y su rosada presentación nunca se pasa por alto cuando llega el plato.
En cualquier caso no necesita mucho más. La potencia de su sabor huye de elaborados procesos que puedan difuminarla o dañar. Bastan dos o tres ingredientes para redondear la experiencia organoléptica a una nota de cinco tenedores.
Bueno, releyendo el párrafo anterior, como editorial de este blog, si falta algo más: Una Denominación de Origen que enmarcara las costas gallegas como alta cuna de su calidad. El pulpo a la gallega es una receta, el pulpo gallego un manjar. Mejor no confundir. Otros orígenes, otras costas y otros países, no son las nuestras ni las de nuestra Galicia. La calidad se paga con el precio, a la que un marchamo de calidad certificada D.O.P. sería su mejor presentación. Tiempo al tiempo.
Trío de ases (Pimentón, aceite y pulpo)
¡Tan fácil, tan cercano y tan nuestro! Un AOVE quizás de cosecha temprana con la potencia de su joven edad para dar el toque de color y deslizar el bocado. Todo un señor Pimentón de la Vera para ensalzar el sabor y terminar de colorear. No se necesita más.
En la mesa, con el inconfundible toque del mar, un vino blanco Rías Baixas y queso San Simón da Costa para no alejarnos de las orillas.
Espero y deseo que la cena me sepa a poco. Que tanta majestuosidad sobre mi mantel me lleve como en trance a volver a viajar hasta el fin. A Galicia hay que volver y mis botas tiemblan ya deseando volver a pisar El Camino. Ojalá sirvan todas estas palabras para invocar y conjurar a las meigas y que bien guíen mis pasos.
¡Salud!
Nota: Desde Windroseblog agradecemos a Jorge Garrido de ©Sierra.photo.blog, las fotografías de este artículo.
* Que cada cual elija una acepción en función a sus experiencias de alta cocina 😉
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