La mimada producción sobre suelo volcánico y el especial influjo de los vientos alisios, hacen de D.O. El Hierro un exótico viñedo que hay que conocer.
Azul, rojo y verde
El suroeste de nuestro país, lejano, misterioso y exótico, es un compendio de la naturaleza más salvaje. Más de 1.500 km plus ultra de las costas de Huelva, se llega a las Islas Canarias y, al final, justo antes de desplegarse el Océano Atlántico en su azulada plenitud, queda, como último bastión de occidente, la Isla de El Hierro.
Caprichosa hasta en su forma, las más pequeña de las siete islas mayores, se me antoja como un lugar de este mundo más cercano a la Creación que a nuestros días. Volcánica, nueva y rocosa; sus costas aún parecen estar empezando a jugar con el mar y las olas. Las crestas, los envites de Neptuno y las mareas parecen recién llegados. Hay mucho de joven en estas lomas, rocosas, firmes y rojizas como el apagado fuego que apenas se acaba de marchar.
Agua, cielos luminosos y un suelo donde nacer, es todo lo que pide la vida. Su caprichosa naturaleza tiñe de esperanza un fresco manto que crece con cada día de Sol y con cada húmedo viento. El Monte Verde, el Fayal y los perennes pinos, confirman el triunfo del quinto elemento, mezclando a su antojo cada nuevo brote vegetal.
Reserva de la Biosfera y Geoparque
Desde el nacimiento de este nuevo milenio, cuenta con la declaración Reserva de la Biosfera y desde 2014 con la de Geoparque, ambas concedidas por la Unesco.
En apenas un puñado de kilómetros entre sus tres vértices, cuesta trabajo imaginar y casi distribuir los numerosos parajes protegidos. A forma de una segunda piel, un manto o un velo de consciencia imaginado, se superponen hasta siete espacios con sus siete almas vírgenes:
- Reserva natural integral de Mencafete
- Reserva natural integral de los Roques de Salmor
- Reserva natural especial de Tibataje
- Parque rural de Frontera
- Monumento natural de Las Playas
- Paisaje protegido de Ventejís
- Paisaje protegido de Timijiraque
Con todo esto, empezar a hablar de vinos, enología y enocultura, se me antoja como mínimo, un capricho de experiencia, origen por descubrir y copas llenas de misteriosos caldos apasionados.
D.O. El Hierro
Es la más lejana de las Denominaciones españolas. Un apasionado viaje de unos dos mil kilómetros, separa a la mayoría de nosotros de tan enigmática tierra. Aun así, puedo sentirla tan mía como la más cercana, orgulloso del inmenso y variado viñedo nacional.
Entre los tres municipios que conforman la preciosa isla canaria de El Hierro, Valverde, Frontera y El Pinar; se reparten las cuatro zonas vitivinícolas. Echedo en la punta norte, al sur El Pinar y junto a su bahía en forma de herradura, Sabinosa y Frontera. En total suman unas 115 hectáreas que agrupan a 238 productores y 13 bodegas adscritas al Consejo Regulador de la D.O.
La mimada producción sobre suelo volcánico, ronda una media anual de 200.000 kg. Variedades tintas y blancas se reparten cada palmo de terreno, ahondando sus raíces entre las grietas de las rocas. Principalmente, las variedades Bermajuelo, Gual, Malvasía y Negramoll; son las cepas preferidas por los herreños. Baboso Blanco y negro, Forastera blanca y Verijadiego negro, también encuentran su cabida para formar el abanico de sus vinos únicos.
Unos 500 años de historia separa la primera cepa que se cultivara en la isla (1526), con la obtención del reconocimiento oficial europeo en forma de D.O. en 1994. En medio, toda una tradición desarrollada entre el empuje del mar y los vientos alisios, que junto con el particular terruño minerovolcánico, han creado toda una firma de identidad propia alrededor de estos caldos tan imprescindibles de probar.
Trece son las bodegas que actualmente comercializan estos vinos. Una de las más jóvenes en llegar es Mirador de Adra. Además de ser uno de los lugares más emblemáticos de la geografía isleña por su paisaje y espectacular marco fotográfico, la vid rodea esta vista mezclando sus perfumes con la brisa salada y la tierra recién nacida de las apagadas bocas de fuego.
La Casa del Aguardiente
Por el otro lado, de las más antiguas, está la bodega de La Casa del Aguardiente. Además, restaurada y acondicionada, se ha convertido en la sede oficial de la Denominación. Ofrece una visita a través de la historia de la viticultura en la isla, con un museo permanente dedicado al oficio de la vid y el vino. Catas, maridajes y conferencias son el día a día de este antiguo lagar transformado en lugar de culto para los enófilos.
Volver a Canarias
Con el invierno peninsular a punto de empezar, esta o cualquier otra excusa se me antojan más que suficiente. Volver al sur de ultramar, es volver a la que fuera mi casa durante un año maravilloso, insólito y extraño.
El paisaje de cada una de las islas, brotado de los mismísimos fuegos de Hefesto, enfrentado a las aguas de Poseidón y los vientos del sur, hacen despertar mi imaginación y fantasía en mundos no tan lejanos ni mitológicos. Como una bonita canción que vuelve de vez en cuando a mi memoria, vuelven todos mis recuerdos y mis ganas de volver.
En este pequeño mundo de sabores atrapado en nuestra espiral y ordenado por sus cuatro puntos cardinales. Windroseblog encuentra su origen en este ramo insular de siete flores mestizas y soleadas.
Querer volver a encontrarme con amigos, lugares y sabores, es una poderosa fuerza que me ha llevado muchas veces ya de vuelta.
Por hoy, viajaré con mi mundo de sabores en una mesa con lo mejor que desde aquí pueda traer: mi Queso Majorero, unas papas con su mojo, miel, vinos y más vinos.
¡Salud!
Nota: Desde Windroseblog agradecemos al Consejo Regulador, de D.O. El hierro, su colaboración mediante la cesión de información e imágenes para la realización de este post.
Para estar al tanto de novedades, no dejes de leernos.
Si tienes alguna duda o aportación, te leemos en los comentarios.
