Turismo enológico, turismo del vino o enoturismo, son tres formas distintas para nombrar una única realidad.
Vino y cultura
El fenómeno “turismo” apareció como hecho global, al alcance de casi todos durante el pasado siglo, como la idea de descansar o desconectar del trabajo y la rutina.
Desde entonces, la etiqueta «cultural» viene aparejada con el fin de enriquecer nuestras vacaciones con una dedicación o propósito que nos lleva a elegir uno u otro destino con la excusa (¡cómo si hiciera falta!) de una vivencia provechosa: safaris, conocer una ciudad, practicar un idioma, …
Quizás, cansados del camino que recorrieron nuestros abuelos desde los pueblos a las ciudades, tratamos de recuperar un equilibrio con lo natural que nos lleva no solo a conocer nuestros propios orígenes, sino también el de los productos que consumimos. A medida que aumentan nuestro bienestar y tiempo libre, crece ese deseo de conocimiento de disfrutar de la naturaleza de las cosas.
Enoturismo – Definición
La idea es clara: llevar y mostrar al visitante o turista la riqueza y cultura vitivinícola de una región o zona. Dicho de esta forma puede quedar demasiado esquemático como para hacernos una idea precisa, así que entremos en materia.
Como hijo directo del turismo rural, el enológico casa a la perfección la pasión por los vinos con sus orígenes en los mismos viñedos. De esta forma, todos los que disfrutamos con los placeres de la vid, podemos realizar un viaje inverso al que realizan los caldos, dejándonos llevar hasta la misma tranquilidad de la que gozan las cepas a pie de campo en sus entornos naturales.
El vino, por todo aquello que lo diferencia de una región a otra y su propio espíritu envuelto en tradición, solera y magnificencia, se ha convertido en un embajador de lujo de las tierras que lo vieron nacer. Invita a todos los allegados a conocer sus paisajes, climas y bodegas. Propuesta difícil de rechazar cuando nada lo impide.
Por lo general, las rutas enológicas suelen estar organizadas alrededor de una Denominación de Origen, que muestra con orgullo el entorno en el que nacen y se crían sus caldos.
La agricultura de la vid, el proceso de vinificación en el lagar, la guarda y el envasado; son procesos que merecen nuestro reconocimiento y atención durante estas visitas tan especiales guiadas por enólogos y profesionales. La quietud de las bodegas con sus filas interminables de toneles es una experiencia sobrecogedora. El silencio, el tiempo y las maderas nobles entrelazan sus naturalezas: el tiempo se puede escuchar y el silencio oler.
El placer de descorchar un reserva o gran reserva y poder recordar esas sensaciones guardadas en la memoria, eleva a sublime la experiencia del vino.
De bodega a restaurante y hotel
En los últimos años, muchas bodegas se han reformado ofreciendo servicios hosteleros en sus propias instalaciones. Ofrecen visitas guiadas que muestran los pasos y secretos que van desde las mismas raíces y terruños hasta llegar a la copa de cristal donde, a modo de cata, se alcanza el punto álgido de la visita.
La gastronomía de la zona también juega un papel crucial. El maridaje de los productos cercanos con sus vinos, a menudo queda demostrado en las cartas de estos restaurantes. La combinación de sabores queda patente en experiencias diseñadas para acentuar el sabor de unos y otros. A modo de ejemplo, el placer de probar los vinos de La Mancha con el Queso Manchego o los Vinos del Condado de Huelva con sus gambas y el Jamón de Jabugo, son propuestas difíciles de rechazar y olvidar.
Campos, pueblos y comarcas quedan perfectamente entrelazados de la mano de sus rutas del vino. Rincones, caminos y tradiciones perfectamente indicados para que, de la pasión por los tintos, blancos y rosados, no se pierda ningún detalle el visitante y, al regresar a casa y abrir una botella, pueda evocar y sentir toda la riqueza que da el conocer los secretos encerrados bajo el corcho.
La oferta turística en nuestro país es casi inagotable. Cuando deseamos que la palabra vacaciones sea sinónimo de tranquilidad, desconexión y naturaleza; el enoturismo aporta todos estos ingredientes en mitad de marcos paisajísticos inigualables.
Sumado al placer de dos copas de vino para compartir… …yo lo tengo claro.
En esta web encontrarás mucha más información si planeas organizar un viaje por los viñedos españoles.
¿Y la vinoterapia?
Un paso más allá es la Vinoterapia, que no consiste en beber vino como alguno pudiera creer, sino en las facultades terapéuticas que encierran algunos tratamientos corporales realizados con una base de vino. Esto queda para otro día.
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