I.G.P. Morcilla de Burgos tiene su puesta de largo para este nuevo milenio con su nuevo estatus y «mayoría de edad» reconocida y certificada.
Visitando Burgos
Los amores de juventud son especiales y difíciles de olvidar. Quizás por su pureza, la sencillez o simplemente por ser los primeros, dejan una huella limpia y fresca que perdura con los años. Algo así me ocurrió a mí con Burgos.
Lejos de mi entorno natural, fue de las primeras ciudades que visité en tiempos de aulas y libros. Aquellos viajes estudiantiles en autobús eran de lo mejor que podía pasarnos con esa edad.
He vuelto muchas veces más. Algunas de paso buscando el calor de una ciudad conocida donde hacer parada y fonda. Otras, explícitamente deseando volver a reencontrarme con el paisaje y las majestuosas piedras que saben esperar nuestro retorno.
Unos minutos andando al este del centro, encontré el hotel al que siempre vuelvo. Lo encuentro tranquilo y me proporciona las sensaciones que busco para descansar del viaje y sus kilómetros. Recuperado al día siguiente, salgo caminando siguiendo la orilla y la corriente del Arlanzón que me lleva casi de la mano a donde quiero ir. Paso junto al Cid y recuerdo la historia, paso junto a La Castañera he imagino sus vidas.
En este punto, el Arco de Santa María me sirve como mágico portal para cruzar de una realidad a otra. Dejo al río marchar con su corriente y me separo de las alamedas. Paso a paso voy preparando mi alma y mis ojos para la impresión. Me adentro bajo las primeras piedras y ya está. Tras los segundos de rigor, parado, observando lo que venía a ver, dejo que la emoción me llene por completo y suelto mis pies que ya saben el camino.
Un barco de interior
Suelo entrar casi siempre. Me gusta recordar las primeras explicaciones que escuché hace ya muchos años. Paseo sin prisas durante una hora o más por el interior, buscando detalles. En algún lado leí o escuché, que la Catedral era como un gran navío varado en aquel lugar por la voluntad de Dios. ¡Me sobrecoge la escala!
Tras la inmersión, cuando salgo fuera, no es el Sol el que me deslumbra, sino los ocho siglos que debo volver a asumir para retornar a mi época.
Los peldaños de la escalinata me sirven para bajar mis pensamientos desde las alturas de los cielos a cavilaciones y deseos terrenales. Dejo la Plaza Rey San Fernando y me adentro a la izquierda por la calle Paloma. Es hora de alimentar el cuerpo.
I.G.P. Morcilla de Burgos
Cultura, en su acepción más amplia, se define como un conjunto de conocimientos, costumbres y modos de vida de una persona o pueblo. Burgos, unido a su historia, tradiciones y gastronomía; tiene un producto que forma parte indisoluble de su cultura.
Desde 2020 la morcilla de Burgos puede reescribirse a sí misma en Mayúscula. Gracias al reconocimiento europeo de su singularidad y la obtención del marchamo de calidad Indicación Geográfica Protegida; nos queda toda una señora I.G.P. Morcilla de Burgos. Una auténtica puesta de largo para entrar en este nuevo milenio con la fuerza que le corresponde, su nuevo estatus y «mayoría de edad», reconocida y certificada.
Una sencilla combinación de ingredientes en sus proporciones correcta es parte del secreto de su triunfo: cebolla horcal, arroz, sangre, manteca, especias, y el punto de sal es todo lo necesario. Merece nuestra atención en esta lista la cebolla horcal o matancera (por su uso en las matanzas). Representa en sí misma un cultivo tradicional de la provincia e ingrediente inamovible en la receta. El éxito de la cebolla horcal y la Morcilla de Burgos corren de la mano.
El Consejo Regulador establece la totalidad del territorio burgalés como la zona de delimitación para la producción. Esto incluye las fases de la preparación de la manteca y la cebolla, mezcla de ingredientes, el embutido en tripas naturales y la cocción y secado de las piezas. Una vez que la totalidad de los pasos se han realizado y los estándares de calidad se han cumplido, queda lista para recibir la etiqueta numerada con la mención «Indicación Geográfica Protegida Morcilla de Burgos«, el logotipo de la I.G.P. y el distintivo europeo.
En la actualidad, 10 empresas son las encargadas de continuar con la tradición aportando cada una su manera única de elaborar la receta. Un mismo producto, 10 personalidades distintas; así se crea la riqueza y la cultura de un pueblo.
De vuelta a la Calle Paloma
Recordando pasos y sabores, me doy cuenta de que ya ha pasado media vida. Continúan las tradiciones, los caminos y La Catedral justo en el mismo sitio donde cada nueva vez la encuentro. Con más nueva emoción que nostalgia, continuo.
Dejo seguir a mis pies, esta vez guiados por los escaparates de pinchos y tapas. Mil formas de combinar y presentar las Morcillas se me anuncian a mis ojos a cual más apetecible. ¡Quisiera probarlas todas! Elijo cuidadosamente dos o tres: una estofada con Lentejas de Tierra de Campos, otra con Pimiento asado del Bierzo y la última con Queso Zamorano. Buenos vinos no van a faltar.
¡Salud!
Nota: Desde Windroseblog agradecemos al restaurante El horno de Neptuno la cesión de la imagen principal de este post publicada originalmente en su página de Facebook.
Para estar al tanto de novedades, no dejes de leernos.
Si tienes alguna duda o aportación, te leemos en los comentarios.