Cuando las materias primas y el saber hacer han alcanzado su máximo exponente, los alambiques de cobre marcan la diferencia de calidad.
Entre profesionales
Todos tenemos pequeños trucos en el día a día que nos facilitan nuestra tarea y marcan ese punto que distingue al aficionado del que se gana la vida con ello.
La experiencia es un grado que a menudo se ve reflejado al culminar una obra profesional por la que siempre habrá alguien dispuesto a pagar lo que vale.
Ver trabajar a un profesional es siempre motivo de admiración, la soltura con la que un pianista toca las teclas de su piano o un carpintero extrae de la madera la forma que precisa, lleva escondido años de dedicación que pueden pasar casi desapercibidos en esa mágica ilusión que hace que su trabajo parezca fácil de imitar.
Cuando se trata de cocinar, buscar los mejores ingredientes es sin duda el punto de partida.
Lo siguiente sería conocer todos sus potenciales. Para poder sacar todo el sabor es necesario conocer el tiempo que necesitan al fuego y todas las combinaciones para crear esa receta redonda que, justo al probarla, nos hace cerrar los ojos como si nuestros sentidos hubieran quedado completamente desbordados y fuese necesario eliminar todo lo demás.
Alambiques de cobre
Para eso, el mundo de la cocina y las destilerías ha contado desde siempre con un gran aliado que a veces pudiera pasar desapercibido, pero no es así.
El cobre ha estado presente en la sociedad humana desde tiempos prehistóricos. Fue uno de los primeros metales utilizados por el hombre. En ornamentación, calderería, monedas, cañones o cables eléctricos; su importancia como recurso estratégico ha ido renovándose con el paso de los tiempos. En época romana fueron ya bien conocidas las ventajas de su uso en las cocinas.
Sus propiedades físico-químicas han sido sin duda parte de su éxito y merecida reputación. Un resumen sin pretender entrar en detalles técnicos quedaría así:
- Gran conductividad térmica. Imprescindible para evitar que se queme la comida y realizar una cocción homogénea.
- Cualidades antibacterianas. Elimina el desarrollo de bacterias patógenas por restos o suciedad.
- Propiedades antivirales. Capacidad para eliminar virus de importancia para la salud.
- Actividad antifúngica. Inhibe el crecimiento y destruye gran variedad de hongos.
(Este enlace profundiza en especificaciones y pormenores académicos)
En resumen, sartenes, ollas, cazos y cacerolas de cobre, distribuyen perfectamente el calor por toda su superficie. Esto hace que los alimentos no se peguen en el fondo y contribuye a una perfecta cocción de los mismos, realzando los sabores y colores. Además, es un gran aliado para mantener las superficies alimentarias desinfectadas y libres de patógenos.
En la industria del alcohol, principalmente en destilerías y cerveceras, resulta imprescindible para alcanzar cotas de calidad extra. Asegura los procesos de fermentación, cocción y destilación evitando la contaminación y aportes nocivos de olores no deseados que dañasen la calidad en el resultado final.
A pesar de la implantación progresiva del acero inoxidable en la industria del último siglo, fábricas tradicionales y artesanas en países donde la tradición marca un punto de referencia, aún consideran totalmente imprescindibles sus utillajes de cobre. Grandes sumas se destinan a la conservación y obtención de este noble material para los procesos más significativos.
Precio y calidad
Si bien una de sus mayores desventajas en principio pudiera parecer su elevado precio, los profesionales no dudan en su uso cuando la excelencia está por encima de todo. Por eso, es frecuente encontrarlo en las cocinas de muchos restaurantes, cocederos de marisco y destilerías.
El alambique de cobre es siempre el punto de partida para un destilado de calidad superior.
Cuando las materias primas y el saber hacer han alcanzado su máximo exponente, el cobre marca la diferencia de calidad que hace destacar un producto sobre todos los demás.
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