Cerca del Parque Agrario del Baix LLobregat, una decena de pueblos constituyen la Zona de producción de la I.G.P. Pollo y Capón del Prat.
Sabores de verdad
Vivo en una zona rural, una preciosa sierra salpicada de pequeños huertos familiares, montes con ciervos y jabalíes y corrales llenos aún de vida y tradición.
La Sierra de Aracena es esa clase de sitio en el que le puedes preguntar a tu vecino si tiene huevos para vender, patatas o naranjas. Esa cultura de la subsistencia llena de riqueza y sabores la alacena. Las matanzas en enero son una buena prueba de mis palabras. Todos los que conservan ese pequeño pedazo de campo y monte siembran sus frutales, sus tomateras para embotellar en septiembre y tener conserva durante todo el año. ¡Y cien cosas más de las que abastecerse con la total tranquilidad de saber lo que se está llevando a la mesa! La trazabilidad en estado puro.
Echar unas gallinas es la mejor forma de procurarse huevos frescos durante todo el año, pero hay algo mucho mejor: la naturalidad. Los huevos de estas gallinas son realmente especiales. Su alimentación, picoteando la tierra en busca de semillas e insectos y sin apenas piensos, hace que la calidad se dispare. Es fácil de ver en una tortilla, por ejemplo. Ese color amarillo tan intenso puede parecer casi artificial pero, a decir verdad, es el color de lo natural y no el pálido tono al que nos han acostumbrado los supermercados.
Recuerdo el sabor de la carne de pollo cuando aún se seguía matando el ave en casa, en el corral. Recuerdo el desplume, jugar con las patas del animal y coger la cabeza recién separada del cuello con cierto miedo infantil. El pollo frito es uno de esos platos gourmets para cualquier niño. Su carne era más roja y morena, ahora son casi blancas, pálidas, como la vida en esas granjas intensivas.
Nuevos tiempos
Afortunadamente no todo se ha perdido y un nuevo mercado va resurgiendo de sus cenizas para poner las cosas claras y en su sitio. El precio de la calidad es el que es y, amparados en el axioma -somos lo que comemos-, cada vez entendemos más y mejor el valor de la salud y la paz de un comercio justo de cercanía.
Aquel sabor intenso del pollo que recuerdo, ya vuelve a estar en boca de quien lo busca.
I.G.P. Pollo y Capón del Prat
Al sur de Barcelona capital, la ciudad topa con el curso del Llobregat y los grandes edificios se detienen para comenzar campos de siembra en el Parque Agrario del Baix LLobregat. En esta zona, la decena de pueblos más cercanos, constituyen la zona de producción de la I.G.P. Pollo y Capón del Prat. Desde 1996 se trata de la única carne de ave certificada oficialmente de España.
Desde que en 1985 se fundara La Asociación de Criadores de la Raza Prat para salvaguardar la raza autóctona y promover su consumo, un mercado cada vez más floreciente se ha ido fraguando en torno a la calidad de esta ave, así como a las condiciones en que debe de ser criada, procurando cuidados idóneos en los gallineros y crianza en semilibertad.
Los pollos, con un hermoso plumaje de tonos castaños y cola verde oscura, presentan una cresta rojiza de cinco o seis puntas y orelletes blancas muy característicos de la raza. Según Granjatorres.com actualmente única comercializadora de la I.G.P., unos 8000 animales forman la producción anual que se destina casi por completo a su consumo en Cataluña. El precio de una de estas aves puede rondar los 50€, por lo que deja ya muy claro desde el comienzo su auténtica exclusividad y la calidad del producto.
Además de su despiece, un mercado muy distinto también es el de los machos capón para engorde casero. En estas tierras es uno de los platos estrellas en las fiestas de navidad. Las hembras también se comercializan vivas por la alta calidad de sus huevos que son muy apreciados y valorados. La apuesta hecha por la restauración catalana en la I.G.P. Pollo y Capón del Prat es fundamentalmente uno de los grandes motores de su desarrollo.
Dos horas en el horno
Después de todo lo anterior, ha vuelto hasta mi memoria un hecho que ha despertado mi estómago y me ha dado una gran idea para este próximo fin de semana.
Aprendí a usar el horno con la carne de pollo, utilizando mantequillas y hierbas aromáticas a mi gusto y discreción, y muchas, muchas patatas pequeñas y grandes cortadas para una guarnición cinco estrellas. Ahora que lo pienso, por esas tierras catalanas están también las famosas Patatas de Prades y, por supuesto, los vinos del Priorat.
Buscaré música de Serrat mientras cocino y así mis pensamientos volverán a disfrutar por las orillas del Mediterráneo.
¡Salud!
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