Introducción
Es cierto, han sido días de muchas celebraciones y compromisos, tantos que casi se me olvida lo que me gusta escribir en este blog. Por supuesto, yo, al igual que muchos, hemos disfrutado de suculentos platos y algún que otro exceso que ahora nos pesa de forma más literal que imaginativa.
El estrés también entra por la boca afectando directamente la marcha de nuestro organismo y alterando todo los biorritmos.
No digo yo que todo esto esté de más, claro que no. Soy de la opinión de que hay tiempo para todo y la felicidad no es más que saber encontrar el equilibrio en nuestros actos y pensamientos.
La vida sería aburrida y monótona si este equilibrio consistiera en permanecer quietos e inmóviles sobre este punto de «felicidad». Ir de un punto a otro no significa tener que caminar de puntillas sobre la línea recta que los une, eso no es humano.
«la felicidad y el equilibrio»
Tal y como yo lo veo, la felicidad y el equilibrio consiste en no perder de vista el destino mientras se disfruta de un viaje lleno de curvas, desvíos y rutas alternativas, unas veces impuestas y otras elegidas.
Alejarse del camino es la única forma de ver con perspectiva lo recorrido y lo que aún queda y evaluar con cierta objetividad los pasos dados.
Carnes, pescados, salsas, mariscos, alcoholes y dulces, claro que sí, pero ahora toca la deliciosa tarea de querernos y disfrutar con calma de los placeres de la cuchara.
I.G.P. Garbanzo de Fuentesauco
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En el extremo sureste de la provincia de Zamora, en la comarca de La Guareña, el municipio de Fuentesaúco presta su nombre a la Indicación Geográfica Protegida Garbanzo de Fuentesaúco, que se cultiva en la veintena de localidades que forman la zona.
Excepcionales en sus cualidades y perfectamente adaptados al terreno, la semilla amparada por la I.G.P. pertenece a las especie Cicer arietinum L, variedad macrocarpum y ecotipo «Fuentesaúco». Secos son fáciles de reconocer por su pico curvo y pronunciado y una piel sin manchas de rugosidad intermedia. Cocidos, su mejor cualidad es el sabor: albumen mantecoso, de piel blanda y adherida en tonos crema apagados.
Es al llegar hasta nuestro plato, tras pasar por una cocina tradicional, cuando el Garbanzo de Fuentesaúco despliega todo su poderío y valor que le ha dado fama a través de los siglos: en cremas, ensaladas o como yo los prefiero, bien caldosos y calientes.
Los potajes y cocidos tradicionales castellanos nunca hubieran llegado a ser lo que son sin la ayuda básica de este ingrediente de excepción, basta imaginarlos acompañado de los aromas y texturas de chorizos y carnes ibéricas o espinacas, bacalao, verduras o setas.
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De cualquier modo, en estos meses fríos y tras los excesos cometidos armados de cuchillo y tenedor, nos merecemos el reconfortante calor y paz de la cuchara para disfrutar en armonía de una dieta superior en calidad y llena de lo mejor de nuestra gastronomía.
Más informacón en www.legumbresdecalidad.es
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